Entrevista con Marina Puentes, responsable de dos adultas mayores: “Las cuidadoras son fundamentales e indispensables”
A través de la experiencia de Marina Puentes, exploramos cómo la Fundación TPH está preparando a cuidadoras para brindar servicios de alta calidad a personas mayores. Así como la importancia de la capacitación en el cuidado y su creciente relevancia en la sociedad actual.
Marina Puentes Soto, oriunda de Concepción, lleva varios años viviendo en San Pedro de la Paz. Con 78 años recién cumplidos, se encuentra al cuidado legal de dos tías ancianas: una de 95 años, que es autovalente, y la otra de 93 años, que sufre de demencia senil y se encuentra postrada.
Cuidar de ellas no es fácil, significa un desgaste físico importante para su salud. Pero trabajar junto a una de las egresadas y certificadas del curso de Cuidado de Adulto Mayor de TPH Concepción le permite hoy poder atender a sus familiares de una manera más digna.
En la siguiente entrevista, conocerás las experiencias y opiniones de Marina en su rol de empleadora y cuidadora de dos adultas mayores.
¿Cómo conoció la Fundación TPH?
La conocí cuando tuvimos la necesidad de contratar a una persona. Realizamos un llamado por redes sociales, y fue entonces cuando encontramos a la señora Verónica. Además, tengo una conocida que está vinculada a las actividades de la Fundación.
Ahora bien, desde lo que tengo entendido, la institución se dedica a preparar y capacitar a personas, y fue allí donde Verónica realizó su curso de cuidados de adulto mayor.
¿Por qué decidió contratar a una de las participantes?
Recibí varias propuestas de mujeres interesadas en el trabajo, incluso un hombre, pero una de las razones por las que escogí a Verónica fue su preparación y sus conocimientos sobre cuidados. La experiencia con adultos mayores fue un factor crucial para elegirla. Estas cualidades eran muy importantes para mí.
Usted ha contratado a diferentes mujeres, ¿cierto? ¿Cuáles son las principales diferencias entre una mujer capacitada en TPH y otra que no lo está?
Una de las principales diferencias es que la persona capacitada por TPH es capaz de solucionar problemas en el momento. En una ocasión, hubo un pequeño accidente: una de mis tías se hizo un pequeño corte en la pierna al momento de sentarla en la silla de ruedas. La señora Verónica supo exactamente qué hacer y como en la casa siempre tenemos un botiquín, ella tomó las medidas pertinentes, curó la herida y me informó de lo ocurrido. Estas habilidades son lo que distingue a las personas con experiencia.
¿Recomendaría a las mujeres capacitadas por la Fundación a otros empleadores o empleadoras?
Sin duda alguna, sí lo haría. De hecho, actualmente enfrento un problema: la cuidadora de los fines de semana se ausentará por dos meses, así que le pregunté a Verónica si podía encontrar a alguien de su grupo para ayudarme. Si no es posible, planeo ponerme en contacto con la Fundación para que me ayuden a encontrar a alguien dispuesto a trabajar los fines de semana.
¿Cuál es su opinión respecto al rol de las cuidadoras en la actualidad?
Son indispensables. En mi caso, me han salvado la vida, ya que no soy tan joven y no puedo hacer todo el esfuerzo necesario. Cuando yo era la encargada de cuidar a mis tías, comenzó a afectarme la cadera. Fue entonces cuando mis hijos me aconsejaron buscar a alguien que se hiciera cargo.
Tía Iris, junto a su cuidadora, la señora Verónica
¿Cree usted que es un trabajo poco visibilizado?
Considero que actualmente está adquiriendo más visibilidad, debido al aumento en el número de personas mayores y de personas postradas. Además, hay muy pocas casas para ancianos, por lo que existe una limitada disponibilidad de lugares para dejar a las personas mayores. En mi caso, las cuidadoras son fundamentales e indispensables.