Rompiendo barreras en las rutas: Isaura Morales y su trayectoria como conductora en el transporte público.

Isaura Morales, una de las primeras mujeres graduadas del Programa de Mujeres Conductoras del Biobío, comparte sus experiencias desde la línea Vía Siglo XXI. Donde, además de enfrentar el machismo, disfrutar de conmovedoras interacciones con los pasajeros, nos cuenta cómo ha superado desafíos y promueve la igualdad en un rubro tradicionalmente masculino.

Isaura Morales es una de las primeras mujeres en haber terminado el Programa Piloto en Formación Laboral de Mujeres Conductoras, financiado por el Gobierno Regional del Biobío. Fue parte del primer ciclo de formación. Lleva casi un año trabajando en el servicio de transporte público, siendo conductora en la línea Vía Siglo XXI. Con su gran determinación y pasión por su trabajo, ha logrado romper las barreras de este rubro tan masculinizado.

Ahora bien, con varios meses de experiencia, Isaura nos cuenta sobre sus vivencias en el trabajo. Como veremos en la entrevista, estas van desde comportamientos negativos por parte de los demás conductores hasta muy buenas experiencias con los pasajeros.

Para comenzar con esta entrevista ¿Cómo fue su experiencia en la Fundación TPH?

Yo me formé como conductora profesional en el programa de TPH. Fue maravilloso, es una fundación a la que le tengo mucho agradecimiento. A todas las que trabajan ahí las quiero un montón, les agradezco mucho su apoyo. Siempre estaban ahí conmigo y con cualquiera de las otras chicas. Siempre presentes y preocupadas, fue maravilloso.

¿Cómo ha sido su experiencia trabajando en el transporte público?

Trabajar en el transporte público, desde que empecé hace 10 meses, ha sido muy gratificante para mí. La gente me saluda amablemente y yo a ellos. Trato de ser lo más agradable posible con los pasajeros. Me encanta mi trabajo y la interacción que tengo con la gente; para mí, todas las personas son importantes.

Me imagino que así como habrá cosas buenas, también habrá algunas negativas ¿cuáles son las mayores dificultades de su trabajo?

Esos son los hombres y el machismo. Piensan que solo ellos pueden manejar un taxibús. En las rutas me tiran las máquinas encima; como uno le quita la gente al que va atrás, el otro se enoja. Entonces, pasan cosas como esa. Es muy competitivo el rubro del transporte público porque, muchas veces, se pelean por los pasajeros.

Yo no sé si los hombres acepten a las mujeres; sinceramente, no lo sé. Hay algunos que me saludan por cortesía y otros que no, porque no les caigo bien, y menos porque soy una mujer al volante.

Teniendo eso en cuenta, ¿cuál cree que será el futuro de las mujeres en el transporte público?

Yo creo que a cada uno debe gustarle su trabajo, porque si no le gusta, no lo hará de la mejor forma. Siempre lo he dicho: nosotras, como mujeres, debemos creer en nosotras mismas, en que somos capaces. Todos tenemos igualdad de oportunidades; si podemos conducir un vehículo particular, ¿por qué no un taxibús?

¿Qué cree que le falta a los conductores?

Hace falta mucha más empatía, sobre todo se nota cuando tenemos que dejar estudiantes en el DUOC. Uno va pidiendo espacio y todo se convierte en un caos por los tacos. Los autos siguen pasando y si uno no avanza, no podemos pasar, y ahí es cuando nos pitan. Además, como soy mujer, no nos dan el espacio, me miran por encima y como si me condenaran. Se necesita mucha tolerancia en este trabajo.

Para terminar esta entrevista, ¿le gustaría compartir alguna anécdota?

Tengo varias buenas anécdotas con los pasajeros, pero hubo una vez que una abuelita quería subir con un carrito. La vi y decidí parar, poner el freno de mano y bajar a ayudarle. Tomé su carrito y se lo subí, luego la ayudé a subir con calma. Más tarde, en una parada, un caballero que se estaba bajando me tomó del hombro y me felicitó diciendo que poca gente hace esos gestos.