Isaura Morales: una historia llena de esfuerzo y dedicación

Con un año de experiencia como conductora, Isaura Morales no solo ha roto barreras de género, sino que también ha conquistado a pasajeros y colegas con su amabilidad y destreza en un oficio históricamente dominado por hombres.

Isaura Morales, una mujer de 49 años, acaba de cumplir un año como conductora en el servicio de transporte público del Gran Concepción. Su determinación y pasión por el volante y por ayudar a las personas han crecido con cada kilómetro recorrido, afianzando su amor por un trabajo que, aunque desafiante, le resulta profundamente gratificante.

Durante la entrevista, acompañamos a Isaura en su ruta. Desde el primer momento, quedó claro que conducir un taxibús por la ciudad es una tarea exigente. A medida que avanzábamos por las calles, se podía sentir la tensión en el aire, pero Isaura, con la calma que da la experiencia, manejaba su vehículo con destreza.

El comienzo y desarrollo de su carrera

Es importante destacar que Isaura fue pionera en este rubro, siendo la primera mujer, del primer ciclo del Programa Piloto de Mujeres Conductoras de la Fundación TPH, financiado por el Gobierno Regional del Biobío, en comenzar a trabajar en una línea de taxibuses. “La experiencia en TPH fue maravillosa, especialmente por las compañeras y, por supuesto, por todo el equipo de la fundación. Siempre nos apoyaron y se preocuparon por nosotras”, comentó Isaura con una sonrisa que reflejaba gratitud y orgullo.

Isaura inicialmente se desempeñó en otra línea de buses donde trabajó durante dos meses. Sin embargo, las condiciones laborales no le favorecían y Ahora, se encuentra en la línea Vía Siglo XXI, donde ha encontrado una mayor estabilidad. Con alegría y una cara de satisfacción, Isaura explicó: “Aquí tengo una plata fija, trabajo de lunes a viernes, y ahí gano yo. Entonces, no me preocupo si hay o no pasajeros, está mi sueldo fijo”. Su alivio era palpable; ya no depende de la cantidad de pasajeros que suban a su bus, lo que le permite enfocarse más en su trabajo y tener menos presiones.

Los desafíos del transporte publico

A lo largo del día, las miradas y saludos de los pasajeros eran constantes. Muchos la reconocen y agradecen su dedicación. Automovilistas y peatones no podían evitar sorprenderse al verla al volante, y las bocinas y saludos eran una muestra de respeto y admiración. “Me gusta mi trabajo, me encanta hacer lo que hago, lo encuentro gratificante. Siempre intento ser amable con los pasajeros”, compartió Isaura. Esa amabilidad es especialmente apreciada por los estudiantes, quienes la llaman cariñosamente “tía”. Entre risas, Isaura comentó: “Hay varios jóvenes que ya me reconocen, y yo les respondo que son mis sobrinos”.

Sin embargo, su camino no ha estado exento de obstáculos. Isaura ha sentido la resistencia de algunos conductores que no ven con buenos ojos la presencia de una mujer al volante. “Hay algunos choferes que se molestan porque tomo pasajeros, pero uno está trabajando igual que ellos”, mencionó con firmeza. A pesar de estos desafíos, Isaura destaca la relación profesional y amistosa que mantiene con su compañero y empleador, describiendo su clima laboral como un espacio positivo.

Pero el trabajo no solo es demandante por la competencia, sino también por el estrés que conlleva. En ciertos momentos del día, la presión se intensifica. Mientras atravesábamos la congestionada autopista Talcahuano- Concepción, Isaura señaló con nerviosismo la fila de autos que bloqueaba su camino. “Esto es lo que me estresa”, admitió mientras miraba ansiosa el reloj, consciente de que había pasado dos minutos tarde por el Mall del Trébol, minutos que serían descontados de su salario.

A pesar de todo, Isaura se siente contenta y realizada en su trabajo. La pasión que siente por lo que hace es evidente, especialmente en su trato cercano y humano con las personas. Durante el viaje, compartió historias de pasajeros que la han felicitado, aplaudido y agradecido por su valentía. “Esas son las cosas que me hacen seguir adelante”, concluyó con una sonrisa que reflejaba su amor por un trabajo que, aunque desafiante, le llena el alma.