Fundación Trabajo para un Hermano cumple 30 años de transformación social
La historia de Fundación Trabajo para un Hermano Concepción, a 30 años de su inicio, se cuenta con orgullo. El paso del tiempo parece no intervenir en el espíritu idealista y de transformación social con el que Jorge Tagle cimentó esta idea en agosto de 1988, como una manera de hacer realidad los sueños de personas en busca de superación.
El mentor del espacio, que hoy se enfoca en la capacitación, quiso embarcarse en este proyecto con la finalidad de recaudar fondos para apoyar a emprendedores. Y fue tal el impacto que causó, que los resultados no tardaron en llegar. Mediante su gestión, Tagle logró proyectos de colaboración con agencias internacionales como la Obra episcopal de la Iglesia Católica Alemana (Misereor). Además, durante su período de funcionamiento se entregó asistencia crediticia a 2000 iniciativas de microemprendimiento.
“Comenzamos bajo el alero del Arzobispado de Concepción, recopilando dinero después de la visita del papa Juan Pablo II, porque yo llegué de Santiago motivado por la Vicaría de la Pastoral Obrera, que ya no existe. Ahora se llama Pastoral del Trabajo. Pero antes la iglesia era más popular, trabajaba con la gente. Así le propuse formar la campaña Trabajo para un Hermano, siguiendo la experiencia de una fundación que ya estaba constituida en Santiago, con el mismo nombre. Nosotros éramos una franquicia solidaria de esa”, recuerda el economista y máster en metodología CEFE (Competencia como base de la Economía a través de la Formación de Emprendedores).
Y no fue hasta 1991 cuando se constituye finalmente en dependencias del Arzobispado de Concepción, la Fundación Trabajo para un Hermano Concepción. “Todos engancharon con la idea y todo el trámite se dio de manera muy ágil. Con la iglesia formamos la fundación y en ese tiempo prestamos plata generalmente a personas de parroquias o derivadas a ellas que requerían de dinero para algún emprendimiento”, cuenta el también facilitador de Biodanza.
UN PASO MÁS
Pero la institución sin fines de lucro, que suma 30 años contribuyendo al desarrollo local, al emprendimiento y a la inserción laboral de hombres y mujeres de la Región, no estuvo exenta de cambios. Las circunstancias y el paso del tiempo obligaron a que TPH generara modificaciones en su enfoque. “Hay ciertos programas, intervenciones y apoyos que simplemente fuimos dejando de lado, porque otros empezaron a hacerlo mejor. Antes el tema de los créditos no existía. Después se forma el Banco del Desarrollo, que fue el primero que instaló una banca de microempresa. Entonces, cuando empezó a crecer eso, creímos que no tenía sentido que siguiéramos prestando plata, cuando la gente podía ir al banco, así que ahora nos hacemos cargo de otras necesidades”, indica Tagle.
Actualmente la fundación se dedica al desarrollo de aprendizajes significativos y capacidades de emprendimiento en personas y comunidades que buscan mejorar sus condiciones de vida. “Como institución lo que más nos importa es la persona. La fundación tiene una característica que es una organización de enseñanza. Hay mucho movimiento de profesionales con ganas de aportar con nuestro trabajo a construir una mejor sociedad”, señala Tania Avilés, actual directora de TPH.
TESTIMONIOS VALIOSOS
Y es que las oportunidades que esta institución entrega a las personas y comunidades son amplias. Bien lo sabe María Fierro, quien golpeó la puerta de la institución como jefa de hogar en 2002, y hoy, 16 años después, entra cada día como miembro del directorio. “Vine en busca de oportunidades porque quedé sin trabajo y oí de la fundación. Cuando toqué la puerta, me recibieron con un café y un abrazo. Hoy llevo 15 años aquí trabajando como miembro del directorio”, cuenta.
Otra testigo del trabajo que aquí se realiza es Marcela Gutiérrez, quien postuló a uno de los cursos de TPH “Auxiliar en nutrición y dietética”, que consta de tres meses de clases presenciales y tres meses de práctica laboral.
La participante de este curso financiado por el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (Sence), recuerda con aprecio todo lo que aquí aprendió. “Me enseñaron conocimiento, es cierto. Me enseñaron a ser más profesional en la cocina, pero lo que más rescato de mis profesores es que me ayudaron a ser una mejor persona y a valorarme como mujer primero que todo”, complementa, quien realizó su práctica laboral en el Sanatorio Alemán hasta abril de este año y hoy se encuentra trabajando como ayudante de cocina en la cafetería de la Federación de Estudiantes de la Universidad del Bío-Bío.
30 AÑOS DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL
Con su foco puesto en las personas y las comunidades, este espacio ubicado en Barrio Norte, ha sabido permanecer en la escena regional gracias a un trabajo constante y desinteresado. “Yo creo que se debe al compromiso. Jorge Tagle nos regaló esta posibilidad de poner a disposición nuestro trabajo y a desarrollar nuestras habilidades blandas. Para nosotros es fundamental la persona en el ámbito de formación y de práctica laboral. La alegría más grande como equipo es saber que las personas están trabajando y permanecen en sus puestos”, apunta Avilés.
Finalmente para Tagle es importante mantener este tipo de espacios, porque “siempre hay cosas donde nosotros podemos hacer un aporte. Por distintos motivos, no surge otra gente que lo haga. En Chile son contadas las personas que hacen esto y siento que nosotros podemos estar ante esas necesidades de la gente”, concluye.
DIARIO EL SUR DESTACA LOS 30 AÑOS DE TPH
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DIARIO LA ESTRELLA DE CONCEPCIÓN DESTACA LA SEMANA DE ANIVERSARIO DE TPH