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Olga Riquielme: Superando barreras y desafíos en el mundo del transporte

Con poco más de 4 meses de experiencia, Olga ha logrado establecerse como conductora en el Cesfam de Penco. Aun con las dificultades que ha tenido que superar, se mantiene contenta y alegre por la superación de sus desafíos.

Olga Riquelme tiene 46 años y actualmente trabaja en una de las ambulancias del Cesfam de Penco. Participó en el segundo módulo del Programa de Conductoras del Transporte Público, una iniciativa financiada por el Gobierno Regional y desarrollada por la Fundación TPH. Con entusiasmo y determinación, ha logrado abrirse camino en un sector tradicionalmente masculinizado. Hoy reflexiona sobre su experiencia en este proceso y los desafíos que ha enfrentado en su carrera.

Experiencias y paso por la Fundación

La decisión de ingresar al programa fue motivada por su deseo de ampliar horizontes laborales. Al ser técnico en enfermería, sus opciones se veían bastante limitadas y, como comentó, “está mala la cosa”. Por ello, decidió atreverse y emprender un nuevo desafío. “Lo encontré muy interesante. Quería especializarme porque así podía optar a más trabajos. Y así fue, tener la licencia profesional te abre puertas, y yo las aproveché”, destacó.

Olga valora profundamente su paso por la Fundación y su Programa, puesto que le abrió nuevas puertas laborales. Actualmente, lleva cinco meses en el sistema de salud de Penco, donde es la única conductora: “Comencé con un reemplazo de diez días y me quedé. Me encanta lo que hago, y aunque fue difícil al principio, ahora lo disfruto cada día”, comentó.

Aunque inicialmente le atraía la posibilidad de trabajar en el transporte público por la interacción con las personas, las exigencias del rubro la hicieron buscar una alternativa más equilibrada. “El horario es extenso y estresante. Como mamá y dueña de casa, se me hacía muy difícil. Por eso opté por conducir ambulancias.  Los horarios son más manejables”, profundizó.

Desafíos de un sector masculinizados 

Durante su práctica, Olga experimentó de primera mano las complejidades del rubro, especialmente los largos turnos, comentando que “comenzaba a las siete de la mañana y terminaba a las diez de la noche. Fue agotador, especialmente como mujer y madre. Además, las condiciones de los buses lo hacían más difícil”.

Sin embargo, uno de los mayores temores que enfrentó fue la posibilidad de ser víctima de asaltos, lo que afortunadamente nunca ocurrió. No solo eso, sino que también la interacción con los otros conductores y las condiciones del trabajo resultaban ser un desafío. “La competencia entre líneas es estresante. Cumplir horarios, cortar boletos y llevar pasajeros es una presión constante. Es una responsabilidad enorme”, señaló.

Por otro lado, ingresar a un entorno predominantemente masculino no fue fácil, tanto en su tiempo de práctica en el sector del transporte público, como en su nuevo trabajo. Olga recuerda las actitudes discriminatorias con las que se encontró en el Cesfam: “Al principio fue incómodo. Era la única mujer, y algunos compañeros tenían actitudes machistas. Incluso uno comentó: ‘¿Para qué contratan mujeres si no sirven para esto?’ Pero me enfoqué en lo mío y les demostré que estaba a la altura.” Gracias a su determinación, logró ganarse el respeto de sus colegas, quienes finalmente la vieron como una más en el trabajo. “Hoy me siento cómoda y feliz de haber superado esas barreras”, resaltó.

El impacto de más mujeres en el transporte

Olga cree firmemente que la inclusión de mujeres en el transporte público tiene un impacto positivo. No solo para que el sector se abra, sino que también para brindar un mejor servicio a la comunidad. Es por esto que reflexiono que “somos más empáticas y cuidadosas. Seguimos las enseñanzas del programa y nos desenvolvemos muy bien en el rubro. Creo que deberíamos ser más mujeres en este sector”.

Con una mezcla de gratitud y orgullo, concluye que su experiencia ha sido transformadora: “El programa fue muy completo. Me preparó para enfrentar cualquier desafío y me ayudó a crecer tanto personal como profesionalmente. Ahora, espero que más mujeres puedan tener esta oportunidad.” Olga Riquelme es un ejemplo de resiliencia y valentía, demostrando que, con esfuerzo y perseverancia, es posible romper estereotipos y construir un camino exitoso en un rubro desafiante.

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